jueves, 17 de enero de 2013

El discurso político

El discurso político

No es fácil caracterizar la especificidad del discurso político. Una primera dificultad es que lo político y lo ideológico, dos de sus rasgos fundamentales, pueden encontrarse en casi todo tipo de discurso. Verón (1987), al señalar que existe una serie de dificultades en el intento de describir lo que es el discurso político, sugiere que al abordar la caracterización de un tipo de discurso, se deben trabajar simultáneamente los niveles que a continuación se enumeran:

a) En primer lugar, lo que se trata de conceptualizar no es nunca un discurso, sino un campo discursivo. Esto implica que lo que se trata de construir no es una tipología de discursos, sino una tipología de juegos de discurso. Desde un inicio nos vemos confrontados con el análisis de procesos de intercambio discursivo.

b) En segundo lugar, y en consecuencia, la definición de un “tipo” supone la definición de una serie de variantes del mismo, que no son otra cosa que diferentes estrategias dentro del mismo juego.

c) En tercer lugar, la descripción de intercambios discursivos implica que trabajamos en diacronía: los intercambios ocurren en el tiempo y una misma estrategia varía a lo largo del tiempo. Por lo tanto, aun en el plano de la caracterización de una estrategia discursiva, se nos plantea el mismo problema de diferenciar un “núcleo” invariante y un sistema de variaciones.

d) En cuarto lugar, los diferentes modos de manifestación de un cierto “tipo” de discurso no pueden ser dejados de lado: los discursos sociales aparecen materializados en soportes significantes que determinan las condiciones de su circulación: la escritura de la prensa, la oralidad de la radio, etc. Es evidente que no podemos analizar de la misma manera los discursos políticos que aparecen en eso diferentes medios.

La descripción de un “tipo” supone la descripción de múltiples estrategias, de procesos de intercambio, de variaciones de cada estrategia a lo largo de un proceso discursivo, de modificaciones de las estrategias según el soporte significante.

De acuerdo a Verón, es necesario diferenciar, a través de esta maraña de niveles que se interdeterminan, lo esencial de lo accesorio, lo que es específico del discurso político de lo que no lo es, vale decir, los elementos que constituyen el “núcleo” del juego discursivo político, de aquellos elementos que pueden manifestarse en dicho juego pero que aparecen también en otros juegos de discurso que no son el político.

En la actualidad, otra cuestión que debe tomarse en cuenta en relación con la determinación de lo que es un discurso político es la función de los medios de comunicación.

Como se pregunta Bonnafus (1998) “¿Existe hoy en día algún discurso político ‘puro’ que no pase por los medios de comunicación?”. Ella señala que en realidad muy pocos, por eso trabajar sobre el discurso político hoy, es casi siempre como trabajar sobre el discurso “filtrado” (en el sentido de Chomsky) por los medios de comunicación y tener en cuenta por lo tanto su lógica comunicacional.

Además, hablar de discurso político supone necesariamente que existen discursos que no son políticos, lo cual presupone ciertas hipótesis sobre una tipología de discursos sociales, tipología que no existe todavía. Sin embargo, podemos reconocer en la bibliografía existente sobre el tema dos tipos de concepciones sobre lo que es el discurso político:

a) Concepción restrictiva (en sentido estricto o institucional). “Es el discurso producido dentro de la ‘escena política’, es decir, dentro de los aparatos donde se desarrolla explícitamente el juego del poder” (Giménez 1983: 126). Así, son ejemplos del discurso político, en sentido estricto, el discurso presidencial, el de los partidos políticos, el de la prensa política especializada, el discurso emitido por los medios electrónicos en ciertos momentos y, en algunos casos, el magisterial, el del ejército y la policía.

b) Concepción extensiva. La diferencia con la anterior es que se basa en un concepto ampliado de “la política”, que da cabida a aquellos discursos que, si bien no son emitidos desde los lugares institucionales donde se da el juego del poder, tienen una intención política; es decir, tienen como objetivo incidir en las relaciones de poder existentes. En esta concepción, el discurso de la disidencia sería también considerado como discurso político.

Aunque actualmente no existen caracterizaciones del discurso político que tomen en cuenta todos los niveles antes señalados, sí se han determinado algunas características formales del discurso político:

a) es un discurso que no se dirige tanto a convencer al adversario, como supone la retórica tradicional, sino a reconocer, distinguir y confirmar a los partidarios y atraer a los indecisos;

b) es un discurso estratégico, en la medida en que define propósitos, medios y antagonistas;

c) manifiesta propiedades performativas, lo que significa que quien lo sustenta no se limita a informar o transmitir una convicción, sino que también produce un acto, expresa públicamente un compromiso y asume una posición;

d) tiene una base esencialmente polémica: la enunciación política parece inseparable de la construcción de un adversario;

e) es un discurso argumentado que se presenta como un tejido de tesis, argumentos y pruebas destinados a esquematizar y teatralizar, de un modo determinado, el ser y el deber ser políticos ante un público determinado y en vista de una intervención sobre este público.

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Maria Rostworowski De Diez Canseco

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